A las once en La Once: un acercamiento a las dinámicas de la prostitución en el centro de Buga

 Universidad del Valle

Facultad de Artes Integradas

Comunicación y Cultura IV: Socioantropología

Trabajo etnográfico

Sergio Osorio - 2155025

Juan Carvajal - 2155275

Docente: Ana María Díaz Jordan

Julio de 2023


A las once en La Once: un acercamiento a las dinámicas de la prostitución en el centro de Buga


Autores

Sergio Osorio y Juan Pablo Carvajal son estudiantes de cuarto semestre de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad del Valle sede Buga, interesados en estudiar ciertos tópicos sociales poco usuales y explícitos.


Resumen

Nuestro propósito es profundizar en el ámbito de la prostitución, algo de lo que se habla de manera muy superficial, que es tabú y que genera desconocimiento o desinterés por la comunidad en general, provocando mitos alrededor, además de una clara falta de reconocimiento por la labor de estas mujeres. Es pertinente indagar este tópico desde la perspectiva de género, ideologías sociales, protección por parte del Estado, precariedad y demás conceptos sociales. Con testimonios reales de trabajadoras, concluimos que, efectivamente, muchas causas por las cuales las mujeres trabajan allí se deben a problemas sociales, económicos y de género.


Palabras clave

Prostitución; centro; experiencias; trabajo




Introducción

Aquí expondremos las formas en las que se desarrolla la prostitución en el local “El Prado”, ubicado en el centro de Buga desde una perspectiva actual, y haremos un análisis crítico sobre sus condiciones laborales y la tendencia a ejercer este trabajo en específico. Toman participación las trabajadoras, la administradora del local, agentes de policía, historiadores y ciudadanos de la zona. La metodología consiste en, partir de visitas y entrevistas, recolectar las experiencias colectivas de cuatro trabajadoras, de esta manera comprendimos que las causas por las que trabajan allí son un síntoma de una profunda desigualdad y falta de oportunidades.

Para este ejercicio crítico, usamos como base teorías socio antropológicas como la descripción densa de Geertz y la teoría crítica de la escuela de Frankfurt.

La metodología consistió principalmente en conversaciones que parecían naturales, la idea era no llamar demasiado la atención, por lo que hacíamos lo esperable del lugar, tomar una cerveza y sentarnos en la mesa a hablar. No grabamos a nadie, ni en audio, ni en video, la idea era memorizar todo lo que pudiéramos y, poco después de salir de los locales, grabar nuestras voces contando todo lo que pasó para después transcribir.

Durante un par de meses, casi una vez por semana, nos propusimos visitar el lugar directamente y mezclarnos con otros clientes para hablar de manera natural con las trabajadoras. Nos adentramos en el bar prostíbulo con peor reputación de la ciudad, a la espera de interesantes historias y ambientes pesados. 



Subtítulos relatoría etnográfica: Son claves para dar un hilo conductor al documento. Estos deben contener las nociones o categorías centrales.



“Obertura” de campo y viñeta etnográfica


Salimos al centro a eso de las diez y media de la noche, con las calles ya solas y un clima templado. Buscamos investigar el burdel que se ubica en la carrera once, entre la calle séptima y octava del centro de Buga. No sabíamos cuál sería el siguiente paso en la investigación, pero debíamos ir para ver qué podía suceder. La última vez que fuimos al prostíbulo, no pasó mayor cosa, puesto que no había muchos clientes y la zona estaba algo sola. Pero el siguiente viernes que fuimos, el de este presente relato, presentíamos que iba a ser mejor. 

Seguimos caminando por la calle novena, hasta llegar a la carrera once. A lo lejos, en la esquina del centro comercial Plaza Octava, observamos a dos policías. Nos acercamos para hablar con unos de ellos, del porqué estaban allí: “mataron a un hombre hace una hora”, dijo uno de ellos. Esto es solo uno de los sucesos que nos ocurrió durante este trabajo, que empieza a continuación.








Un primer contacto

26 de mayo de 2023 

10:00  pm


Nos sentíamos un tanto abrumados, no tanto porque nos fuera a suceder algo malo, sino porque no sabíamos qué esperar. Finalmente, nos paramos frente al lugar objetivo, y observamos que carece de un cartel con un nombre o algo que dé cuenta de que es un negocio, su único atractivo, además de las cortinas desgastadas, eran las mujeres sentadas afuera, solo así se podía entender que es un burdel. Pensamos que el sitio se conocía como “Cortinas” (luego nos dimos cuenta de que se llama “Bar El Prado”) y nos dijeron que eran dos lugares en esa misma cuadra donde se ejercía la prostitución y otro escondido en un callejón. Entonces, entramos a “El Prado”, todo estaba normal. Había pocos hombres, mayormente de edad avanzada. El sitio no es muy grande, es como el tamaño de un salón de clases, es pequeño. No huele mal por dentro, de naturaleza oscura pero igualmente bien iluminado con luces de colores. Había espejos, luces, mesas y prostitutas. También vendían cerveza, pero no había comida, pedimos cerveza Poker. Compramos dos cervezas porque teníamos que consumir algo, no solo sentarnos allí. Nos ubicamos en una mesa y vimos a muchas mujeres, conté alrededor de nueve. Ninguna se nos acercó ni nada, solo nos quedamos allí observando y conociendo el sitio. Vimos que muchas, si es que no eran la mayoría, eran mujeres afrodescendientes, de diferentes edades, aunque la mayoría se veía jóven. Esto nos hizo reflexionar sobre cómo las desigualdades en las culturas y poblaciones afrocolombianas son más comunes que en el resto de poblaciones. Había una mujer de 40 años e incluso una joven, tenía alrededor de 21 años. En general, suponemos que la mayoría tenía alrededor de 25 años. También fueron llegando otros hombres. Por ejemplo, había dos hombres bien vestidos, sentados a nuestro lado, con camisa, pantalón y correa. No sé si tenían un viaje planeado, pero tenían dos maletas grandes. También había un señor mayor, un viejito hablador, que era carpintero. En resumen, no era tan impactante como la mala reputación nos hacía imaginar, también era temprano. Notamos que las trabajadoras sexuales también hacían de meseras. Después fuimos al baño, más bien era como un lavadero. Literalmente era bajo, como donde uno lava el trapeador, pero más ancho y largo. Estuvimos allí hablando, viendo y conociendo, luego salimos. Ya afuera,  nos llamó la atención ver a 3 mujeres hablando e interactuando entre sí, cuando de pronto un automóvil se acercaba a lo lejos, una de ellas se situó casi en la mitad de la calle para estar lo más cerca del vehículo que pudiera. Cuando este pasó ella intentó llamar su atención enseñando su pecho desnudo, se apartó con las manos las dos tiras que componían su blusa mientras le decía algo a quienes estaban en el interior del carro, atrayéndoles, esto es algo que comúnmente hacen ella y sus compañeras para atraer clientes.

Cuando logramos hablar con esta distinguida mujer, cuyo nombre desconocemos, notamos que es una mujer trans, cojea de una pierna y lleva un vestido plateado que podía reflectar bien luces de vehículos, llevaba lentes de contacto azules e iba bien maquillada. Vestía una peluca negra con rizos, y llevaba un bolsito consigo además de su teléfono celular, medio por el cual también tiene acceso a clientes.

Nos contó que es de Buga, siempre ha vivido allí, estudió en diferentes colegios de la ciudad, no habló sobre su familia. Nos contó que tiene 25 años y vive en un apartamento en donde también trabaja, allí es donde “atiende” a algunos clientes. Mencionó que era su apartamento, lo que nos indica que su situación económica se podría decir que es, en general, algo estable. 

En cuanto a lo laboral, dijo ser “la más antigua de acá” (ese tramo de calle), según ella, lleva 10 años trabajando allí, en esas calles, mencionó que aquella vía es la ZONA DE tolerancia, pues no se les permite, legalmente, deambular por otras calles ejerciendo su oficio. Era la encargada de controlar quiénes podían ser admitidas en el grupo: “si quieren trabajar, deben hablar conmigo primero, la mayoría de las veces las dejamos, la verdad es que todas necesitan aquí”, dijo con aires de solidaridad. También, nos indicó que su grupo va completamente a parte de los locales, las mujeres dentro de los locales tienen un “contrato” con sus encargados (el burdel que visitamos tiene una dueña, específicamente), pues estas también trabajan como meseras, pero lo más importante es que no están autogestionadas, mientras que las mujeres de la calle son completamente independientes. 

Trabaja casi todas las noches y siempre en el mismo sitio, alrededor de las 10pm ella y sus compañeras se comienzan a asentar para su jornada nocturna. Le preguntamos si conocía a sus compañeras más allá de su relación laboral básica, la primera vez expresó solo mantenerse en el margen del trabajo, más avanzada la conversación, dijo que se conocían desde “chiquiticas” casi todas ellas. Cuando le preguntamos cómo había hecho para trabajar en la pandemia, afirmó que estaba de viaje por el momento.

En general, fue así. Después fuimos a otro lugar cerca de la calle 9, 10 con 11. Si no hubiéramos gastado todo nuestro dinero, quizás nos habríamos quedado, pero ya era suficiente. Ese lugar estaba bastante lleno.



A falta de cuerpo de seguridad

2 de junio de 2023

10:00 pm


Bueno, eran alrededor de las 10:15 de la noche cuando, dos horas antes, hubo un asesinato, cuya víctima fue identificado como Humberto Buitrago, en el sector donde estamos estudiando, en la calle octava entre 10 y 11. Había dos policías haciendo guardia ahí después de que el cadáver ya había sido recogido. Decidimos preguntarle a uno de ellos, el subintendente Hermes Salazar, qué sabía sobre los crímenes y la violencia en este sector. Nos explicó que las llamadas más frecuentes en esta zona son por riñas e intolerancia, y también mencionaron casos menos comunes como asesinatos y temas de microtráfico.


Además, nos ofreció estadísticas y gráficos sobre estos temas en Buga, específicamente en esta zona. Sin embargo, es posible que no tengan conocimiento específico sobre la calle 11, ya que lleva en Buga desde noviembre. En general, nos brindó información sobre estas problemáticas.


Después de esa larga charla, entramos alrededor de las 11:20 de la noche a un prostíbulo cercano. Esta vez pudimos tener una conversación con una trabajadora, “Karen”, quien al principio le invitamos a tomar una cerveza, pero desistió porque nos dijo que a ellas solo les permitían tomar vino. La copa de vino costaba 8 mil y la cerveza Poker a 5 mil.

Le ofrecimos una copa de vino en lugar de una cerveza, y comenzamos a hablar de temas generales. El ambiente en el lugar estaba tranquilo, ya que no había mucha gente debido al reciente asesinato, quizás.


“Karen” nos contó que lleva dos semanas trabajando allí y que estudió seguridad privada durante tres meses en un lugar llamado ABIS. A pesar de eso, no ha logrado encontrar empleo en el área y lleva dos semanas como trabajadora sexual. Nos reveló que tiene 27 años y originalmente es de Cali, pero vive en Ginebra y trabaja parcialmente en Buga debido a que en Ginebra tiene muchos conocidos y prefiere que no sepan sobre su trabajo allí. De jueves a sábado se queda en el prostíbulo, donde trabajan hasta altas horas de la noche, alrededor de las 2 o 3 de la mañana. 


En cuanto a las tarifas, el punto exige que cobren alrededor de 50 mil pesos por media hora, pero Claudia cobra aproximadamente 60 mil pesos para obtener una pequeña ganancia adicional. Según ella, tienen la libertad de decidir con quién irse y deben evaluar a la persona antes de tomar una decisión. Por lo general, atienden en las habitaciones del lugar o en otro lugar, dependiendo de la situación.


Durante nuestra conversación con “Karen”, nos dio respuestas amables y no fue demasiado reservada. Al final, nos reveló que su nombre real es Claudia, lo cual nos lleva a la conclusión de que las trabajadoras del prostíbulo no revelan sus nombres reales por cuestiones de seguridad. Esto probablemente está relacionado con la alta criminalidad, el microtráfico y la inseguridad en la zona, algo de lo cual los policías son conscientes. El agente también expresó cierta desaprobación sobre las mujeres que trabajan en otros lados de la calle, aunque esa es su propia perspectiva. En general, esta experiencia fue parte de nuestra investigación y hablamos con dos perspectivas diferentes: Claudia (también conocida como Karen), quien es relativamente nueva en este mundo, al igual que nosotros.


Claudia también mencionó que no tiene una relación cercana con sus compañeras y que muchas de ellas son inmigrantes venezolanas o afrodescendientes. Confirmamos esto, ya que las dos mujeres al frente del prostíbulo eran afrodescendientes. También nos dijo que el hijo de la dueña, a quien Sergio describió como un “gordo, mal hecho y con sobrepeso”, también tiene un papel de autoridad en el lugar. Finalmente, Claudia nos informó sobre las tarifas: 60 mil pesos por media hora y no mencionó cuánto cobraba por una hora.


En resumen, fue una buena jornada de investigación en la que obtuvimos dos perspectivas: Claudia, alias Karen, quien es relativamente nueva en este mundo, y un agente de policía. Estaremos atentos a los siguientes pasos y avances de nuestra investigación.


Imagen 1: Juan Pablo Carvajal hablando con el policía sobre el asesinato ocurrido hace unos instantes en la esquina del centro comercial Plaza Octava.




Imagen 2: esquina de la calle 8 con carrera 11, con vista hacia el oriente, a unos pasos del lugar del asesinato.


Imagen 3: esquina de la calle 7 con carrera 11, con vista hacia el occidente, con dos trabajadoras de la calle esperando por potenciales clientes.










Camino a las profundidades

Viernes 9 junio 2023

11:00 pm.


Fue nuestra tercera visita al lugar. Realmente no íbamos con un objetivo tan claro, más que hablar con alguna de las trabajadoras. Entramos, pedimos dos cervezas y no habían pasado más de treinta segundos cuando una de ellas se nos acercó. Ella nos pidió si nos gastaba un shot de ron, por lo que accedimos. Una vez comprado, procedimos a sentarnos y nos acompañó también otra de ellas.

Yo, Juan Pablo, hablé con una mujer que no me especificó su nombre, pero que me mencionó su apodo: la China. Y yo, Sergio, hablé con Andrea.

La China es de origen venezolano, tiene 28 años, lleva 4 años en Colombia y lleva 2 semanas trabajando en este local, después de un año de ausencia porque ya había trabajado allí antes, aunque no especificó cuánto tiempo. Tuvo un problema con la dueña, se insultaron, pero luego volvió a trabajar allí. Tiene 3 hijas, una de 15 años, otra de 13 y otra de 10, no especificó dónde estudian ni dónde vive, pero definitivamente viaja y pasa los fines de semana aquí, al igual que las demás mujeres. Según ella, hay mujeres que trabajan allí, que son de aquí, pero que no son estables, no se quedan mucho tiempo. Básicamente, ofrece servicios sexuales como sexo oral y cualquier posición durante media hora por 50.000 pesos. Y hay muchas cosas más.


Luego, ella me contó que quiere estudiar enfermería pediátrica porque le gustan mucho los niños y las niñas. Dijo que está pasando por un momento difícil en la crianza de sus hijas porque están rebeldes, sin embargo, ella se considera una persona comprensiva y las cría con mucho amor. Ella las cría completamente sola.


Además, le pregunté a La China, la venezolana, si se movían muchas drogas en el lugar o si era común allí, y ella me dijo que es muy tranquilo, que no se mueve demasiado y es bastante discreto. Incluso mencionó que con respecto a la marihuana no hay mucho. Ella trabajó en otras partes antes de estar aquí, como en Armenia, pero al menos según ella, solo recibía marihuana y cigarrillos, aparte del alcohol. No era un sitio donde se vendiera cocaína ni cosas por el estilo, lo cual contrasta un poco con lo que me dijo el policía, pero es un punto importante.


También es importante mencionar que cuando entramos al local, La China, la venezolana, nos había reconocido porque hacía ocho días que habíamos ido al local. Ella nos vio y nos envió un beso, aunque nosotros no lo notamos en ese momento. Nos reconoció físicamente. Con nosotros también estaba Andrea y Marcela. Marcela parecía que estaba muy pendientes de nosotros, tanto que en un momento las llamó a ellas dos aparte, pero no sabemos qué les dijeron. Luego volvieron y, al final, cuando vieron que nos íbamos, La China se acercó a ver si íbamos a tomar más. En general, estaban muy atentas. Quizás la dueña también estaba pendiente de nosotros, porque cuando llegamos, estaba en un extremo del bar y cuando nos fuimos, estaba en el otro extremo, más cerca de nosotros.


Ahora yo, Sergio, voy a hablar sobre Andrea. Andrea es de Cali y lleva aproximadamente dos semanas aquí. Ella nos comentó sobre la dueña, una señora mayor de unos 60 o 70 años, aunque es difícil hacer una investigación más profunda porque ella es bastante estricta y controla todo de cerca. Además, Andrea nos habló del lugar y mencionó muchas cosas en general, aunque no recuerdo con exactitud. También nos dimos cuenta de que, a diferencia de hace 15 días cuando fuimos, ahora, si ya no consumíamos debíamos estar fuera del local. Ellas también nos pedían tragos, shots de ron a 7000 pesos y cervezas a 5000 pesos, y nos acompañaban y conversaban con nosotros. Al final, cuando terminamos de consumir y nos íbamos, se me ocurrió sacar la cámara, y en ese momento Marcela se acercó y nos preguntó si íbamos a pedir algo más. Me confrontó porque estaba grabando, pero le dije que no, que ni siquiera había encendido la cámara y que ya nos íbamos tranquilamente. También Andrea me comentó que el esposo de la dueña, un hombre calvo, también es dueño del otro lado del local, que no siempre está abierto, sino solo ocasionalmente, y ahí es donde se manejan las habitaciones para los servicios. También mencionó que la dueña se encarga de eso.


Bueno, también fuimos a un hostal algo renombrado entre las prostitutas de la calle: Hostal La Luna No. 1. Nos atendió un hombre muy formal, sin camiseta. La verdad es que parecía estar en su casa, literalmente estaba en su casa. Nos atendió, tenía casi 40 años. Muy amablemente nos dijo que las habitaciones tenían un precio de 40.000 pesos con dos camas y 30.000 pesos con una cama. Aunque nos ofreció la habitación de dos camas por 30.000 pesos. Pensamos que el hombre asumió que éramos una pareja buscando algo sexual y no nos juzgó. De hecho, lo tomó con mucha naturalidad que dos hombres llegáramos a preguntar por una habitación. Según él, era algo muy normal que hombres o personas transgéneros fueran al hostal. Nos ofreció la habitación y nos dijo que trabajan todos los días del año, incluyendo festivos y domingos, las 24 horas. Así que entramos. El hombre nos ofreció la habitación y justo en ese momento entró también una trabajadora sexual transgénero. Nos pareció curioso y aprovechamos para preguntarle al hombre. Él nos comentó que era muy común que las trabajadoras estuvieran allí para brindar servicios a los clientes, tanto a hombres como a mujeres. Dijo que casi siempre venían a ese lugar. El hombre dijo que podíamos ver una habitación, por lo que proseguimos. El lugar era amplio. Era una casa vieja, una especie de casona con muchas habitaciones. Cada habitación tenía un número en color rojo. Es importante destacar que se sentía como una casa antigua, pero no se veía sucia. Entramos a la habitación y había un televisor de caja y un ventilador en la habitación, y el techo era bastante alto. Se notaba que había más personas en las habitaciones, porque se escuchaban ruidos. Las luces eran un poco opacas y el ambiente en general tenía un aspecto desgastado, aunque no se sentía sucio. Finalmente, le agradecimos, nos despedimos y salimos.



Imagen 4: calle 9 entre carrera 11 y 12, cerca del Hostal La Luna n.o 1

Imagen 5: calle 9 entre carrera 11 y 12, cerca del Hostal La Luna n.o 1


Imagen 6: entrada al Hostal La Luna n.o 1


Imagen 7: interior de uno de los cuartos del Hostal La Luna n.o 1


Aclarando la vista

Memoria fotográfica 

26 de junio de 2023

3 pm


Decidimos realizar una visita corta, no para entrevistar a las trabajadoras, sino para acordar una reunión con la jefe y dueña del servicio general en el bar. Hablamos con el encargado de la venta de licor y nos dijo que el jueves a las dos de la tarde la podríamos encontrar seguramente. Accedimos a volver a tal día, pero no sin antes aprovechamos la soledad del lugar para tomar unas fotos. El encargado nos permitió hacerlo, siempre y cuando no saliera el rostro de ninguna de las dos trabajadoras que había allí.


Imagen 8: interior del Bar El Prado, en la carrera 11, entre calles 7 y 8.


Imagen 9: interior del Bar El Prado, en la carrera 11 entre calles 7 y 8.

Imagen 10: Juan Carvajal en el interior del Bar El Prado.


Imagen 11:Sergio Osorio en el interior del Bar El Prado.




Al final de este viaje

Memoria 

Jueves 29 de junio de 2023

3 pm


Última visita al prostíbulo “Bar El Prado”. Entonces, simplemente entramos; hacía mucho sol y calor. Efectivamente, estaba la dueña, como nos habían dicho, junto con alrededor de unas 8 trabajadoras sentadas. La dueña se llama Luz Mari, y nos recibió de manera muy formal. Procedimos a preguntarle acerca del lugar.


Luz Mari no es la dueña del inmueble, en realidad, es como una jefa o administradora que paga el arriendo. Es dueña del servicio, pero no del lugar en sí. Ella contrata a las mujeres y solo les pide su cédula, no tiene ningún otro requisito, solo que sean mayores de edad. Comentó que lleva administrando este lugar durante 40 años, y que anteriormente tenía otro. En su familia, también hay alguien involucrado en este mundo, pero en Corinto Cauca, no utilizan redes sociales ni manejan números públicos; la manera en que llegan las mujeres es por recomendación o voz a voz. Parece que esta señora paga bien y es considerada buena gente por las trabajadoras, lo que hace que haya rotación en el lugar. Existe una casa en la que se quedan, pero no proporciona mucha información al respecto. La señora es breve en sus respuestas, pero amable.


Luz Mari nos comentó que, a diferencia de lo que nos dijo Claudia, las trabajadoras no le dan un porcentaje de sus ganancias, sino que, al contrario, ella les paga a las trabajadoras. Les proporciona alojamiento, pero no les brinda comida ni otros beneficios. Según ella, es el rebusque de ellas. Luz Mari paga 150 mil pesos a cada prostituta por los cuatro días que trabajen, además de lo que ganen por copas, sin incluir la cerveza. Asegura que en los 40 años de funcionamiento nunca ha tenido problemas legales ni con la policía, y nunca ha tenido que cerrar por ningún motivo. No proporcionó mucha información y no parecía muy empática con las trabajadoras de la calle, considerándolas como un grupo aparte, sin integrarlas en su día a día.


El lugar tiene un dueño que recibe el dinero del arriendo y es también dueño de una edificación que están construyendo al frente. A la señora le tocará entregar ese lugar este mismo año o el siguiente


Luz Mari tiene una opinión ideológica respecto a la prostitución. Piensa que es una elección libre para las mujeres y lo ve de manera casi revolucionaria. Está a favor de la prostitución, aunque cabe preguntarse si lo está siempre y cuando ella gane dinero a costa de ello.


En síntesis, ella maneja todo de manera discreta, es precavida con lo que dice y muestra. Solo responde lo necesario y no proporciona respuestas muy detalladas. No tiene fotos del sitio en los 40 años que lleva administrándolo. Mencionó que las dinámicas entre cliente y trabajadora no han cambiado mucho, siguen siendo bastante similares. También desmintió que los campesinos lleguen allí los fines de semana, diciendo que son principalmente personas de la misma ciudad quienes están con ellas. Por último, aclara que los disturbios o peleas en el lugar son poco habituales, ya que se esfuerza por mantener todo en orden para evitar ese tipo de situaciones.



Reflexión final

Para terminar, podemos concluir varios puntos. Por un lado, la prostitución en Buga es un trabajo normalizado, la zona en donde se mueve esta economía lleva muchos años asentada y nunca han ocurrido accidentes o fenómenos fuera de lo habitual, lo que hace que no sea un ámbito de mucha intervención social, además, las condiciones laborales no representan una opresión o explotación evidente, las trabajadoras parecen estar bien con dónde trabajan, puesto que no las obligan a nada. Todo esto si hablamos del trabajo en general, puesto que no está normalizado que las mujeres trabajen en esta labor, pues es por esto por lo que viajan siempre y no se dejan ver donde viven. Por otro lado, que sea un trabajo normalizado no significa que esté regulado, y al igual que en otros empleos, siendo este ámbito uno de mucho más cuidado, los contratos son verbales: las trabajadoras nunca podrán negociar formalmente sus ganancias o roles, no se les cubre ningún tipo de prestación, salud, pensión, servicio de transporte (teniendo en cuenta que viajan cada fin de semana) y los peligros que corren van por cuenta suya.

Lo otro que pudimos observar, es que dentro de las causas más comunes que llevan a las mujeres a trabajar allí, se encuentran las faltas de oportunidades y problemas económicos. Sin embargo, se podría decir que estos son problemas que todo el mundo vive, ¿pero por qué la prostitución queda para las mujeres exclusivamente? Vivimos una sociedad en donde el cuerpo de la mujer funciona como moneda de cambio, los roles de género todavía condicionan mucho las alternativas económicas de las mujeres en estado de necesidad. No buscamos condenar la libertad que tiene cada mujer de hacer lo que quiera con su cuerpo, pero sí apuntar que este tema trasciende la ilusión del libre albedrío, pues en varios casos tratados en este trabajo, nos encontramos con mujeres criando solas a sus hijas mientras quieren y no pueden estudiar, así como mujeres que estudiaron y no tuvieron la oportunidad de ejercer lo estudiado. En síntesis, detrás de discursos como la libertad o el empoderamiento sexual, hay coyunturas que corresponden a problemáticas sociales profundas y casi invisibles.





Bibliografía


Bugavisión, C. N. C. [@GuadalajaradeBuga-bugacomco]. (2023, junio 5). Hom1c1dio, en centro de Buga. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=524jHTE9it0

Chaparro, J. (2016). Fotografías de Jorge Chaparro.

de Buga, P. (2023). Georreferenciación mapa de calor de delitos en 2023 [Map]. Policia Nacional de Colombia.

Jiménez, G. (2013). Travestis del barrio La Satélite. GJS Tv Producciones.

Mari, L. (s/f). [Entrevistado por J. P. C. Sergio Osorio].

Policía Hermes Salazar, S. (2 de junio de 2023). [Carta a Sergio Osorio Juan Carvajal].


Anexos








  






 “H” corresponde a hurto.


Zona de prostitución en cuestión alrededor del 2016:


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